Visto desde cualquier perspectiva, no nos queda otra opción que evolucionar, queramos hacerlo o no. Algunas veces se refiere a transformar nuestro oxidado círculo de amistades, para dejar entrar una fresca y suave brisa que barra con lo obsoleto; otras veces se manifiesta enfrentándonos con quien fuera un gran amor y permitiéndo que comprobemos lo fútil que resultó ese intento, lo afortunados que somos de haber tomado "la dirección contraria"; otras más lo hacemos por obligación, al percibir con dolor que no supimos reaccionar a tiempo o que dejamos pasar al vuelo una oportunidad única sencillamente porque no estábamos listos...
Lo cierto es que la evolución es parte intrínseca de nuestra vida. Algunas veces llega sin avisar, otras nos empuja en contra de nuestra voluntad, quizás nos espere a la vuelta de la esquina, pero es imprescindible que aprendamos a amoldarnos a los procesos naturales del crecimiento.
Los muertos no nos pueden pesar. Las ilusiones son etéreas. Siempre estuve acostumbrado a realizar mis trabajos literarios de forma manuscrita: pues ha llegado el momento de aprender a manejar la tecla "enter" y saber pasar la página. Es evolucionar, crecer, avanzar, dejar atrás, explorar, experimentar, abrir los ojos y el corazón a lo que pueda suceder mañana. No nos queda otra opción. Hay que sonreír y saber dar ese primer paso.