23 de enero de 2007

Buenas noches, Ringo...

¿Cómo puedo comenzar a describir fielmente el inesperado dolor que me causó la muerte de Ringo? ¿Cómo puedo transcribir al papel las oleadas de impotencia que cruzaron mi cuerpo ante el tibio cadáver del animal? Lloré; lloré como hacía mucho tiempo no me lo permitía. De nada sirvió que una pequeña voz se manifestara insistente en el fondo de mi cerebro: “Él está bien, ahora ya descansa. Se ha ido a un lugar donde está lleno de luz, amor y paz. Ha evolucionado”. Me sentí derrotado, vulnerable, confundido. Ringo se ha ido; ha partido.
Mamá entró exasperada a mi habitación: una pequeña histeria dominaba su ánimo; sólo se limitó a gritar que algo le pasaba a nuestra mascota y salió despavorida. De inmediato, corrí detrás de ella. Papá intentaba ayudar al pobre animal, quien parecía desmayado en un inexplicable charco de sangre. Las múltiples manchas rojas enmarcaban la imagen central: Ringo se sofocaba; parecía haber perdido una batalla incomprensible para nosotros. En el fragor de la situación, parecíamos entes inermes ante el súbito desenlace que nos tomó con la guardia baja. Nos arrodillamos en torno a él, luchando por ofrecerle una esperanza dentro de la tortura que representaba su transición.
Papá contaría después que sencillamente el animal se levantó para salir de la habitación y entonces, sin previo aviso, comenzó a vomitar sangre. Ni siquiera su última comida; sólo enormes coágulos sanguinolentos. Creo que la mayor impresión fue darnos cuenta de la vulnerabilidad de la situación: Ringo se notaba tan incapaz de defenderse contra aquello que amenazaba con arrebatárnoslo. Su pequeño cuerpo se sacudía con leves espasmos, como si acaso no pudiera respirar; Mamá le exigía que reaccionara, gritando y susurrando alternativamente. Y por un breve momento (aunque es posible que se debiera a un truco de mi imaginación), él pareció querer aferrarse, luchar por este retazo de vida que le tocó vivir. Hubiese querido levantarlo y correr, correr, correr… lejos de esta realidad cruda que me enfrentaba con la muerte sin pedirme permiso. Pero no pude.
De pronto, con dolorosa lentitud, todo su ser se fue quedando inmóvil, fláccido; asemejándose a una vieja muñeca rota. No emitió ningún sonido. Se fue tan silenciosamente como había llegado. Fue entonces cuando sentí que algo muy delicado se fracturaba dentro de mí. Ni siquiera tuve fuerzas para luchar en contra de esa inexplicable fuerza que me dominaba. Quizás era frustración, dolor, rabia, incomprensión… no lo sé; ya no supe más nada.
En vano intentamos buscar cualquier signo de vida, por muy endeble que fuera: un débil palpitar de su corazón, una tenue respiración entrecortada; pero no hubo nada. Sostuve y acaricié su pequeño cuerpo, tibio aún, incluso después de muerto. Por extraño que parezca, me costó asimilar su partida debido a la temperatura que todavía albergaba. Froté sus patas, cerré sus ojos. Me resultaba imposible enfrentarme a su mirada neutra, inexpresiva. Luego me di cuenta de cómo Mamá se preocupaba por acomodarle el hocico manchado, procurando ofrecerle algo de absurda dignidad en su fallecimiento. Ninguno de nosotros habló. Asistimos impávidos a una despedida inexorable, inesperada y muy dolorosa. Fue entonces cuando se derrumbaron las pocas defensas que me quedaban.
Papá quiso disponer del cuerpo exánime y pidió mi ayuda, pero sólo pude caer sentado y llorar sin consuelo. Llorar. Llorar. Qué frágil me sentí. No observé la forma cómo se lo llevaron, me quedé derramando lágrimas que se mezclaron con su sangre. No pude hacer más. Mecánicamente le había quitado el collar azul que rodeaba su cuello y ahora, entre mis manos, la cinta se notaba minúscula, delicada. Todavía conservaba su olor, ese aroma característico que nos acompañó llenándonos de regocijo, risas y cariño.
Poco después apareció Mamá, mostrando una endeble fortaleza para limpiar la habitación. Detallé sus manos haciendo desaparecer el rojo que contrastaba contra el gris del piso. Sólo entonces me percaté de la excreción que había quedado allí depositada: oscura, pequeña. Parecía que en sus estertores finales ni siquiera pudo controlar los esfínteres. Ver la sangre junto a la deposición me impresionó más de lo debido. Incluso ahora no puedo evitar sentirme afligido al recordarlo. Creo que será una imagen indeleble en mi cerebro.
Mucho tiempo después, tarde en la madrugada, regresé a esa habitación que él había tomado como suya. Coloqué una pequeña vela justo donde había estado su cadáver. Quise imaginar que así le estaba brindando algo de luz para que su tránsito hacia la otra vida fuese menos oscuro. Le hablé a su recuerdo en voz baja, agradeciéndole por todas las cosas buenas con que nos había premiado. Rememoré sus ojos brillantes y la viva energía que en todo momento desplegó. Sonreí entre mis lágrimas. Dentro de todo, comprendí que no podía aferrarme a su esencia. Era su momento de avanzar, sin más…

Buenas noches, Ringo
Siempre…

6 comentarios:

El Castor dijo...

No quiero pensar en el día que falten mis dos perritas. Son muy jóvenes y las cuido bien por tanto no pienso todavía en ello. Igual soy yo el primero que se va.... jaja

Jose Antonio Vallejo Serrano dijo...

Oh.... a mi gata la mató mi padre... no sé si es peor.

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Nunca he tenido animal de compañía, pero no pq yo no quisiera, sino pq mis padres nunca quisieron.

La muerte de mi animal de compañía me dolería tanto como la de un familiar o ser querido.

La muerte es universal.

Anónimo dijo...

PORQUE SERA QUE LAS MASCOTAS PUEDEN ESTAR TAN ESTRECHAMENTE LIGADAS A RECUERDOS TRAUMATICOS? NUNCA TUVE NINGUNA POR PERIODOS DE TIEMPO MUY PROLONGADOS Y POR ESO LAS ASOCIO MAS A EMOCIONES CORTAS Y PERDIDAS RAPIDAS...

***GABO***

Dr. K dijo...

HOLA, COMO ESTAN? ESTOY RECOPILANDO INFORMACION PARA HACER UN ESTUDIO SOBRE PATRONES PSICOLOGICOS DE COMPORTAMIENTO Y SOCIALIZACION EN EL MUNDO GAY

EL TEMA ES: QUE ES LO QUE HACE QUE SE REPITAN CIERTOS PATRONES DE CONDUCTA CON RESPECTO A LAS RELACIONES Y LAS ACTITUDES?

los invito a leer el articulo completo y emitir opiniones variadas:
www.desdeeldivan.blogspot.com

Dr. K dijo...

Hola como estas? Muy interesante tu comment en mi blog. Si te interesa podes ver otros debates:
http://desdeeldivan.blogspot.com/2006/11/debate-de-la-semana-2.html

http://desdeeldivan.blogspot.com/2006/11/debate-de-la-semana.html

Tenes una direccion a la cual pueda escribirte? Sino, me sigo comunicando por aqui

Dr K