La confusión que siempre me anula planea sobre mis emociones. Avisa su cercanía, como buitres que olfatean el cadáver. Otra vez me siento imposibilitado de ver con claridad, de discernir el camino apropiado. Sólo tengo algunos fogonazos de luz que iluminan las sombras. El péndulo oscila con violencia, sin darme tiempo a disfrutar plenamente una sensación u otra. Pero hago un esfuerzo considerable para no caer en la ignominia o en la depresión. Con regularidad trato de recordar y concentrarme en todas las bondades que debo agradecer, todos esos detalles positivos que enriquecen mi vida y que, la mayoría de las veces, doy por sentados. Ellos están allí para aguijonear mi realidad y sacarme del sopor.
Y así avanzo, a tientas, un minuto a la vez, una hora a la vez, una sensación a la vez. Es una larga marcha cruzando un desierto de aridez sentimental. Quiero quejarme, protestar, rebelarme en contra de lo establecido, de mi pasivo conformismo; también quiero gritar, ahuyentar la soledad y el silencio, esas aves de rapiña que se ceban en mi angustia. Quisiera poder confiar en alguien, tener la oportunidad de compartir mi desasosiego con alguien, narrar a otro mis desventuras, hacer un esfuerzo mancomunado por encontrar respuestas, despejar las incertidumbres y sentir un apoyo para continuar. Pero no hay nadie, nadie que pueda comprender a plenitud la tormenta que agita mi interior, que pueda leer con claridad mi mirada y ver más allá. Estoy solo. Y creo que se supone sea así: venimos al mundo solos y de la misma forma partimos; también debo aprender a luchar contra mis propios demonios.
Y así avanzo, a tientas, un minuto a la vez, una hora a la vez, una sensación a la vez. Es una larga marcha cruzando un desierto de aridez sentimental. Quiero quejarme, protestar, rebelarme en contra de lo establecido, de mi pasivo conformismo; también quiero gritar, ahuyentar la soledad y el silencio, esas aves de rapiña que se ceban en mi angustia. Quisiera poder confiar en alguien, tener la oportunidad de compartir mi desasosiego con alguien, narrar a otro mis desventuras, hacer un esfuerzo mancomunado por encontrar respuestas, despejar las incertidumbres y sentir un apoyo para continuar. Pero no hay nadie, nadie que pueda comprender a plenitud la tormenta que agita mi interior, que pueda leer con claridad mi mirada y ver más allá. Estoy solo. Y creo que se supone sea así: venimos al mundo solos y de la misma forma partimos; también debo aprender a luchar contra mis propios demonios.
5 comentarios:
Al final, decís lo que anticipaba escribir: dura, triste, inexorable, la existencia es de a uno. En solitario. ¿Acompañada?, sí, ¿más llevadera? puede que sí, puede que no. En general nos obstinamos en darle mucha carnadura a las sombras que nos siguen. Es un engaño. El más grande. Nadie va más allá de la superficie de nuestros ojos. Ningún "gran amor" conocerá los segundos en que zozobramos con la más amplia sonrisa. Apenas el rito animal junta los cuerpos en un "uno". Encima el lenguaje entorpece.
De todos modos, Luisgui, es mejor entrecerrar los ojos, observar esas verdades con una mirada miope y aferrarse a algún engaño que puede darnos instantes placenteros.
La vida está llena de soledades. Pero nosotros te acompañamos. Siente que estamos ahí.
¿Qué decir? Podría recurrir a la literatura, a frases que hablan de las bondades de la literatura. Pero sería inútil. Las conocés todas.
Creo que en el fondo sabés la respuesta (dura, trabajosa, árida): debés aprender a luchar contra tus demonios. Es así.
Igual, desde este remoto rincón del sur, enviamos los más amorosos deseos para que forjes esas armas que te permitan entrar de una vez en la batalla.
Se te quiere mucho
Yo entiendo de eso... lo tengo todo, pero la insatisfacción es infinita. Busco a alguien que me reconozca de vez en cuando en los ojos: "que pueda comprender a plenitud la tormenta que agita mi interior, que pueda leer con claridad mi mirada y ver más allá"
Siento que mi idioma esta muerto, que nadie comprende mis inquietudes, mi marea interior, mis anhelos, mis bipolaridades anímicas, mis incertidumbres. Me siento sola otra vez, sola aunque esté tan acompañada.
Me siento incapáz de amar, anesteciada, un poco muerta...llena de insatisfacciones.
Creo que ese vacío solo puede llenarse con amor, cuando un puede ser capáz de amar de verdad.Es allí donde todo adquiere sentido y nuestra existencia no es en vano y deja de doler. Es ese el camino que buscamos: Amar en cada cosa que hagamos.
Sin embargo siempre pienso eso: Nos tenemos nada más que a nosotros mismos. Los seres que amamos solo son testigos de esa vida, compañeros en la existencia. Sólo podemos juntar los cuerpos y raras veces los espíritus.
Un gusto pasearme por aqui.
Uno de los placeres mas oscuros es revolcarnos en la insatisfacción de existir, abrazarnos a nuestros demonios internos, sentirlos tan vivos, mas incluso que las personas que nos rodean, sus punzadas son mas ciertas, mas sentidas, sus voces mas audibles y claras, y en el fondo, simplemente nos están distrayendo de la realidad, de la verdad: somos luz.
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