6 de noviembre de 2008

Después, ¿qué?

En la novela El filo de la navaja, de W. Somerset Maugham, uno de los personajes principales tiene una intervención muy significativa. Dentro del diálogo que comparte con otro personaje, él expone lo siguiente:

Si un amor no es pasión, no es amor, sino otra cosa; y la pasión no prospera siendo satisfecha, sino estorbada […] porque la pasión no piensa en las consecuencias. Dice Pascal que el corazón tiene razones que la razón no toma en cuenta. Si quiso decir lo que yo supongo, opinaba que cuando la pasión se apodera del corazón, inventa razones que no solamente parecen plausibles, sino convincentes, para demostrar que vale la pena perder el mundo por salvar un amor. Y nos convence de que vale la pena sacrificar el honor y de que no es precio caro el sentir oprobio y vergüenza. La pasión es destructora. Destrozó a Marco Antonio y Cleopatra, a Tristán e Isolda, a Parnell y a Kitty O’Shea. Y cuando no destroza, muere ella. Y entonces quizá se encuentre uno enfrentado con el desolador descubrimiento de haber malgastado los mejores años de su vida, de que se ha deshonrado uno con su conducta, soportado los terribles dolores de los celos, tragado las más amargas mortificaciones, que ha gastado toda su ternura, y vaciado todo el precioso contenido de la propia alma sobre una pobre ramera, un necio o un fantoche al cual buscamos vestir con nuestros ensueños y que no valía lo que una pastilla de goma de masticar.”

Creo que existen momentos en que las aflicciones del alma coinciden con la buena literatura. Allí, algunas veces, tropezamos con diáfanos espejos donde podemos contemplar con claridad aquello que nos atormenta. En mi caso, recientemente, tuvo el devastador efecto de una necesaria bofetada. Entonces uno se permite esa extraña sonrisa de comprensión, de lucidez, tal vez de secreta vergüenza. Pero una vez que el velo ha caído, ya no hay vuelta atrás. No hay retorno desde el conocimiento. Habrá, por supuesto, quien deseé regresar a la anestesia de la ignorancia; pero siempre estará presente esa pequeña llama que iluminará el resto de nuestras decisiones. Será como un murmullo, un agrio susurro que danza en las comisuras de la mente.

Sólo entonces sobreviene la pregunta: ¿y ahora? ¿Cómo se avanza después de experimentar semejante descubrimiento? ¿De qué forma recomponemos un maltrecho corazón? Porque la ira estará presente; también la impotencia de querer hacer algo sin saber con exactitud qué. Las recriminaciones vendrán, acompañadas por el dolor del sacrificio impune. Pero es cierto que todo esto forma parte del aprendizaje de cada quien. Resta, quizás, ponerse en marcha de nuevo. Levantarse, sacudirse el polvo, y avanzar. Agradecer por estas experiencias que nos enseñan una mejor perspectiva y, en el mejor de los casos, dejan algunos gramos de prudente madurez sentimental.

El proceso no es rápido, pero se acostumbra uno a colocar un pie delante del otro. A levantarse en las mañanas con gesto mecánico. A comer porque el cuerpo lo necesita. Arrastrarse desde el hueco oscuro porque la luz del sol calentará nuestras gélidas extremidades. Con el paso del tiempo, antes de lo que se espera, las sonrisas llegarán. Y a través de ellas, nuestra fe renacerá; y podremos intentar creer de nuevo en las fuertes palpitaciones que nos recuerdan el maravilloso obsequio de estar vivos, de sentir, de experimentar ese regocijo con que nos salpica el amor. Es un punto de vista bastante idílico, si se quiere, pero no por ello menos cierto.

Se los aseguro, con la mejor de mis sonrisas.

14 comentarios:

VITALIA dijo...

ES UN PLACER LEERTE. Es cierto, hay puntos en que la literatura refleja exactamente el sentir humano. Yo tuve uno de aquellos traspies con el "amor, más bien con lo que creía que era pasión, en ese afán desmesurado por sentir adrenalina, cosquillas en la panza, vértigo, que me haga despertar de esa anestesia emocional.
No salí airosa de mi experiencia, sacrifiqué mi honor por la vergüenza, pero sabes que? me costó sobreponerme a pesar de que fue fugáz, inexplicable e imposible. Pero sabes una cosa? no me arrepiento en lo más mínimo, jamás me arrepentiré, porque es de lo que está hecha la vida, Prefiero tener coraje para dejarme llevar por esa irracionalidad; te citaré: "ponerse en marcha de nuevo. Levantarse, sacudirse el polvo, y avanzar. Agradecer por estas experiencias que nos enseñan una mejor perspectiva y, en el mejor de los casos, dejan algunos gramos de prudente madurez sentimental" "creer de nuevo en las fuertes palpitaciones que nos recuerdan el maravilloso obsequio de estar vivos, de sentir, de experimentar ese regocijo con que nos salpica el amor"

Es verdad, sólo tomamos conciencia de estar vivos cuando experimentamos estas desiluciones, y con la esperanza de que la p´rxima vez quizá será amor-pasión verdadera y no un espejismo o proyección de nuestro ideal.

Saludos. Es un placer leerte.

El Castor dijo...

Yo opino que el único amor verdaderamente esencial es el que podemos crear hacia nosotros mismos. Además es condición indispensable para poder amar a los demás.
Saludos.

marianne dijo...

Ay, cómo extraño la anestesia de la ignorancia...
Mentira...
No, verdad. A quién engaño :)
Saludos, Luis. Siempre un placer leerte

Juan Luis Urribarrí dijo...

Luis, Luis, mi amigo Luis. Tal vez sin saberlo me haz echado un gran tobo de agua fría, una sacudida que se agradece. No tienes idea de cuán perfectas han sido las palabras de W. Somerset Maugham, pero sobre todo las tuyas, para describir mi actual momento de miseria emocional. Amar... que cosa tan complicada y tan placentera cuando se cree uno el espejismo de la retribución, y que duro cuando se descubre que sólo se mira uno mismo en un espejo, y que el reflejo no es más que la visión de nuestra propia entrega.

Un abrazo fraterno, amigo y millones de "gracias fuertes" por esta lección de vida.

Saludos, el Cantinero

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Me bajé el fragmento porque es genial como reflexión, incluida la cita de Pascal. Vale la pena la pasión, y ésta no es tal sino es destructora. Puede destruir para siempre: no ver más a la persona deseada-amada-dolidaentodoelcuerpo o destruir lentamente: el amante se transforma en un ser querible que los días y los años acomodan a nuestro cuerpo y a nuestra palabra.
Algo es cierto. Siempre termina. La mayoría opta por la segunda opción. Yo prefiero morir diez veces y dejar que la pasión destructora y vergonzante me someta. Es un poco masoquista, pero me hace sentir más viva.
Odio la rutina en todas sus máscaras: "trabajo", "amistades convenientes" y, por supuesto, "amor eterno".

Lamia dijo...

A pesar del fondo que late en el texto, ¡qué hermoso lo has escrito!

Luis Guillermo Franquiz dijo...

Vitalia: Lo placentero, en este caso, son tus visitas. Gracias por ello y por tus preciosas palabras. Nos estamos leyendo.

Estimado Castor: usted siempre tan asertivo. No esperaba menos. Mil gracias.

Marianne, querida: de una u otra forma, todos añoramos esa pacífica ignorancia. Pero no nos queda otra que avanzar. Un paso a la vez, amiga.

Juan Luis: he descubierto que las amistades literarias son muy necesarias en estos casos. Más allá de la palabra amiga de cualquier amistad común, creo que esas relaciones literarias que establecemos aquí y allá, nos ofrecen un punto de vista alternativo y necesario. Te digo lo mismo que a Marianne: un paso a la vez. Las tormentas del alma no son eternas. Busca el sol.

Querida Paula: No podría estar más de acuerdo contigo: yo también prefiero las intensas sensaciones a la placidez de la razón. Como dijera mi adorada Anaïs Nin alguna vez, yo también busco lo maravilloso.

Lamia: un placer recibirte por estos lados. Gracias por regresar y compartir tus puntos de vistas. Un abrazo.

sergio dijo...

¡Qué interesante el texto que cita! Duro y bello.

En cuanto a usted amigo, qué bueno que haya dejado atrás el transe amargo. Aunque últimamente me rebelo contra el aprendizaje que brinda el sufrimiento ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué cada nuevo conocimiento tiene que ganarse al precio de muchas lágrimas? Mis infantiles fantasías de estos días tienen que ver con pasar por experiencias fuertes sin que duelan ¿Soy muy boludo? Es probable. Pero es lo que deseo hoy.

Igual me alegra que haya comenzado a sonreír y a caminar de nuevo.

Anónimo dijo...

Todos no hemos sentido así alguna vez en la vida, eso los afortunados, y es difícil dar ese primer paso; pero una vez que las piernas se ponen en movimiento comprendes que no quieres que se vuelvan a detener y para ello resulta fundamental basar la vida en uno mismo; pero sin egoísmo, altruistamente.
Un saludo, luisgui.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Sergio:

Perdón por contradecirte, pero las experiencias vitales, duelen un poco todas, a no ser que quieras subirte a un carrusel de disfrute "de pequeñas cosas". Vale la pena también, pero el amor duele y uno no puede explicarse por qué duele tanto.

Hace unos días volví a ver DAMAGE, una peli de Louis Malle con la Binoche y Jeremy Irons. Hace como trece años me pareció un embole tremendo y, ahora, me encantó. Esa concepción de la pasión desenfrenada, que no se limita, que, por el contrario, se extralimita hasta la tragedia.

Al final, el personaje de Irons, reflexiona: Los humanos tenemos la experiencia del amor para darnos una idea de lo inconmensurable. Buena frase.

meine_ruin dijo...

me ha hecho meditar en varios aspectos, creo que este texto ha dado en el clavo con mis interrogantes de hoy, con este dia y con mi circunstancia, buen blog ;)
saludos.. te encontre por esas casualidades de la vida, o por cierto destino de aquella ;)
en fin...saludos.

[M.E]

Juan Luis Urribarrí dijo...

Lo releo y me parece cada vez más acertado, perfecto,

Saludos, amigo,

Unknown dijo...

Me alegro de que hayas publicado tantas palabras que juntas forman un mundo abierto y compartido por quienes te leemos y te queremos. Amar ya no me duele, y disfruto tanto de este amar. Recuerdo con nostalgia tramposa tiempos en que el amar y el dolor iban de la mano. Pero, no deseo que vuelvan esos tiempos. Deseo seguir amando desde la ternura y desde la vida. Besos amorosos.

Lily dijo...

Buenísima reflexión, aunque como conclusión de lo leído pienso que es mejor una vida ciega de ilusiones con personas que no valen la pena, a estar lúcidos y oscuros por temor a cometer los mismos errores...