Mis diarios manuscritos tuvieron muchas influencias desde un principio. Es probable que la inspiración original viniera de la lectura de uno de los volúmenes de Anaïs Nin; y la posibilidad de haber visto la película Henry & June, a temprana edad, solidificó mi interés íntimo y literario. A partir de allí me resulto incómodo no poder plasmar mis pensamientos y reflexiones en cualquier cuaderno que tuviese a mano.
Con los años, este secreto placer se sobredimensionó hasta alcanzar múltiples esferas de mi vida social. Como si se tratara de una novela no nacida, me dediqué a tomar notas de todo cuanto acontecía a mi alrededor, intentando hallar algunas respuestas huidizas a mis tempranas interrogantes. Así pude ensamblar vastas epopeyas románticas, políticas y culturales; buscando significados ocultos, investigando conceptos nuevos y ensayando el inicial amor por la palabra escrita.
Sobre la marcha pude poner mis manos en otros diarios ajenos y aprender de los ejercicios que realizaban otros intelectuales: mi colección de Anaïs Nin se fue ensanchando con lentitud; entré en contacto con la obra de Jaime Gil de Biedma, su poesía, los diferentes viajes; también Virginia Woolf y su Diario de una escritora; conocí la irreverente genialidad de Salvador Dalí a través del Diario de un genio; y así, página a página, fui ampliando mis fronteras dentro del diario íntimo.
Considero que el clímax definitorio ocurrió hace un par de años. Quedé seleccionado para participar en un taller literario donde se pretendía discutir acerca del diario íntimo como género literario. Allí me encontré por vez primera con el poeta Alejandro Oliveros –quien moderaba el taller- y el vasto conocimiento que este hombre tiene sobre literatura y cultura antigua. Fue, mi memoria lo reconoce así, un encuentro que definiría a partir de allí mi trabajo manuscrito dentro y fuera del diario.
Oliveros se permitió compartir con nosotros múltiples detalles históricos sobre el inicio de este subgénero literario, sus antecedentes, sus precursores, las figuras legendarias que habían descollado en su realización: Amiel, Rousseau, Julien Green, Ernst Jünger, Samuel Pepys, Virginia Woolf, John Cheever, Kafka, André Gide, Maurice de Guérin, Cesare Pavese, Benjamin Constant, Marie Bashkirtseff y muchos otros.
Pero no sólo se limitaba a los autores, también incluía refrescantes perlas de sabiduría en cada sesión. Pudimos enterarnos así sobre el pintor griego Apeles; el primer diario importante en la cultura occidental se produjo antes del Romanticismo; la primera obra autobiográfica fueron las Confesiones de san Agustín; los escritores norteamericanos son objetivos, mientras que los europeos tienden a ser subjetivos; el diario de Amiel es el más voluminoso; Rousseau fue el primero en “dialogar” con la naturaleza; etc.
Es por esa experiencia que la reciente noticia sobre la publicación virtual del último diario de Oliveros me llenó de gran regocijo. Se trata del manuscrito que actualmente está escribiendo, publicado en la blogósfera de forma casi inmediata, lo que nos permite acceder a sus reflexiones literarias y personales con una inmediatez propia de los tiempos que vivimos. Ya tiene tres entradas respectivas al mes de enero y promete regalarnos mucha información interesante con las siguientes entregas. Por mi parte, las espero con entusiasmo.
Gracias, Alejandro.
http://prodavinci.com/blog/tag/alejandro-oliveros/
Con los años, este secreto placer se sobredimensionó hasta alcanzar múltiples esferas de mi vida social. Como si se tratara de una novela no nacida, me dediqué a tomar notas de todo cuanto acontecía a mi alrededor, intentando hallar algunas respuestas huidizas a mis tempranas interrogantes. Así pude ensamblar vastas epopeyas románticas, políticas y culturales; buscando significados ocultos, investigando conceptos nuevos y ensayando el inicial amor por la palabra escrita.
Sobre la marcha pude poner mis manos en otros diarios ajenos y aprender de los ejercicios que realizaban otros intelectuales: mi colección de Anaïs Nin se fue ensanchando con lentitud; entré en contacto con la obra de Jaime Gil de Biedma, su poesía, los diferentes viajes; también Virginia Woolf y su Diario de una escritora; conocí la irreverente genialidad de Salvador Dalí a través del Diario de un genio; y así, página a página, fui ampliando mis fronteras dentro del diario íntimo.
Considero que el clímax definitorio ocurrió hace un par de años. Quedé seleccionado para participar en un taller literario donde se pretendía discutir acerca del diario íntimo como género literario. Allí me encontré por vez primera con el poeta Alejandro Oliveros –quien moderaba el taller- y el vasto conocimiento que este hombre tiene sobre literatura y cultura antigua. Fue, mi memoria lo reconoce así, un encuentro que definiría a partir de allí mi trabajo manuscrito dentro y fuera del diario.
Oliveros se permitió compartir con nosotros múltiples detalles históricos sobre el inicio de este subgénero literario, sus antecedentes, sus precursores, las figuras legendarias que habían descollado en su realización: Amiel, Rousseau, Julien Green, Ernst Jünger, Samuel Pepys, Virginia Woolf, John Cheever, Kafka, André Gide, Maurice de Guérin, Cesare Pavese, Benjamin Constant, Marie Bashkirtseff y muchos otros.
Pero no sólo se limitaba a los autores, también incluía refrescantes perlas de sabiduría en cada sesión. Pudimos enterarnos así sobre el pintor griego Apeles; el primer diario importante en la cultura occidental se produjo antes del Romanticismo; la primera obra autobiográfica fueron las Confesiones de san Agustín; los escritores norteamericanos son objetivos, mientras que los europeos tienden a ser subjetivos; el diario de Amiel es el más voluminoso; Rousseau fue el primero en “dialogar” con la naturaleza; etc.
Es por esa experiencia que la reciente noticia sobre la publicación virtual del último diario de Oliveros me llenó de gran regocijo. Se trata del manuscrito que actualmente está escribiendo, publicado en la blogósfera de forma casi inmediata, lo que nos permite acceder a sus reflexiones literarias y personales con una inmediatez propia de los tiempos que vivimos. Ya tiene tres entradas respectivas al mes de enero y promete regalarnos mucha información interesante con las siguientes entregas. Por mi parte, las espero con entusiasmo.
Gracias, Alejandro.
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