8 de enero de 2009

Días extraños.

Las mañanas de enero se presentan nubladas, preservando el frío de las noches anteriores. Son días extraños, inciertos. Nos ha tocado vivir tiempos irregulares. La economía a nivel mundial se tambalea y hay quien dice que los sistemas financieros, como los conocemos, han fracasado, que un nuevo orden debe imponerse después de esta debacle. El próximo presidente del país que se considera el más poderoso del planeta está por asumir su mandato, y resulta que será un presidente negro en una nación conocida por su historia de esclavitud. Un nuevo conflicto se intensifica en el Medio Oriente porque Israel decidió bombardear la Franja de Gaza, en un intento por detener a los grupos musulmanes que atentan contra su territorio. Y lejos de allí, en un pequeño país latinoamericano que nada tiene que ver con la guerra religiosa, un mandatario megalómano decide expulsar al embajador israelí porque desea solidarizarse con los palestinos. Hasta el momento en que escribo estas líneas, descubro que somos el único gobierno que ha tomado semejante decisión. Ni siquiera Egipto o Jordania, vecinos del conflicto, se parcializan amparándose en sus diferencias ideológicas.

Pero ya lo dije: son tiempos irregulares.

Creo que resultaría lógico preguntarse a qué nos enfrentamos, qué nos aguarda cada mañana después de abrir los ojos, qué se esconde detrás de las esquinas del porvenir. La incertidumbre es generalizada. Es como un amplio corredor lleno de velos que debemos ir discurriendo según avanzamos. Pero me confieso optimista; a pesar de todo, quiero ser optimista. Quiero ver el vaso medio lleno. Al final, todo se reduce a las escogencias que cada uno hace. Así, Chávez decide expulsar al embajador de un país con el que no tenemos ningún problema. Yo prefiero concentrarme en todo lo positivo que me rodea. Porque hoy el cielo amaneció de un inusual color azul, intenso, vivificante, un total derroche de tonos matutinos.

3 comentarios:

Aurora Pinto dijo...

Mi querido amigo:
Por algo es que alguien dijo (no recuerdo quién) que lo único seguro es el cambio.
En medio de la incertidumbre de todos los días, estamos en un cambio permanente. No luchemos contra él, dejémosnos fluir con la corriente y ser parte del futuro, aún en estos días extraños.
Besos,
Aurora
P.D: ¿Cómo va la novela?

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

¡Qué querés con el payasito Chávez! Cada tanto, su circo, que lo tiene como estrella absoluta, instala su carpa en nuestro país y marea con su arenga parlanchina. Tan anti-Bush, tan castrista, tan "vendamos petróleo al imperio". Su vida, una contradicción.
La misma incertidumbre que sentís vos ahora, la experimenté con las torres gemelas. Después empezó Irak, nos asustamos, nos acostumbramos, los mercados se estabilizaron, nos olvidamos, volvimos al ombligo de nuestro egoismo posmoderno.
Con esta crisis y los conflictos armados en Medio Oriente (que no son nada nuevos, por otra parte, sangría que ya lleva 60 años)va a pasar lo mismo. Yo no soy optimista. Vislumbrar el proceso de conmoción y olvido que seguirán me asquea y me deja muy impotente.

El Castor dijo...

Tienes razón. Yo pienso que no debemos preocuparnos por las situaciones en las que no podemos influir. No podemos evitar lo que hacen Bush o Chávez por tanto no vamos a sufrir por ello.
Saludos.