La Semana de la Nueva Narrativa Urbana terminó dejándome con la sensación agridulce de observar a través de un caleidoscopio; allí se mezclan rostros, emociones, risas, celebraciones, lecturas y múltiples significados. La posibilidad de interactuar con otros autores me llenó de regocijo, orgullo y apremio por escribir más y mejor. Es necesario. No hay vuelta atrás.
Me tocó llegar al domingo con la vaga sensación de estar regresando de un prolongado y memorable viaje; con fotos incluidas, por supuesto. En esa travesía literaria pude conocer a personajes excepcionales, mentes brillantes y atormentadas por esa inexcusable necesidad de llenar página tras página. Son mis pares, mis compañeros de batalla, ese reflejo borroso en que me transformo cada día sin darme cuenta de ello.
El evento ofreció la oportunidad, a través de sus cinco sesiones, de poder conocernos, aprender unos de otros, evaluar posibilidades, sorprendernos ante los textos, fantasear con prosas ajenas, cerrar lazos que prometen futuros encuentros. También hubo tragos, risas, discusiones, debates, aclaratorias, nuevas risas, nuevos tragos, promesas, recuerdos y esa tibia sensación de pertenencia que nos agrupaba y contenía a un mismo tiempo.
Ha sido una experiencia memorable dentro de su dinámica particular. Superó mis expectativas. El contacto directo con el público y sus diferentes apreciaciones fue algo que me enriqueció bastante, me enseñó mucho; supongo que mis compañeros de lectura deben haber experimentado una sensación similar. Y lo más sabroso fue que pudimos reír a través de las jornadas, gozando de cada momento efímero y compartiendo al máximo.
Regreso con las manos llenas; repletas de sonrisas, historias, conversaciones. ¿Qué más puedo pedir?
Me tocó llegar al domingo con la vaga sensación de estar regresando de un prolongado y memorable viaje; con fotos incluidas, por supuesto. En esa travesía literaria pude conocer a personajes excepcionales, mentes brillantes y atormentadas por esa inexcusable necesidad de llenar página tras página. Son mis pares, mis compañeros de batalla, ese reflejo borroso en que me transformo cada día sin darme cuenta de ello.
El evento ofreció la oportunidad, a través de sus cinco sesiones, de poder conocernos, aprender unos de otros, evaluar posibilidades, sorprendernos ante los textos, fantasear con prosas ajenas, cerrar lazos que prometen futuros encuentros. También hubo tragos, risas, discusiones, debates, aclaratorias, nuevas risas, nuevos tragos, promesas, recuerdos y esa tibia sensación de pertenencia que nos agrupaba y contenía a un mismo tiempo.
Ha sido una experiencia memorable dentro de su dinámica particular. Superó mis expectativas. El contacto directo con el público y sus diferentes apreciaciones fue algo que me enriqueció bastante, me enseñó mucho; supongo que mis compañeros de lectura deben haber experimentado una sensación similar. Y lo más sabroso fue que pudimos reír a través de las jornadas, gozando de cada momento efímero y compartiendo al máximo.
Regreso con las manos llenas; repletas de sonrisas, historias, conversaciones. ¿Qué más puedo pedir?
3 comentarios:
Yo estoy tan en la luna que ni idea de cuando sucedio eso que parece totalmente maravilloso... Avisa! Mira que ahora somos compañeros de blog! Saludos!
Felicitaciones amigo. El contacto con el público es un espacio apropiado para descubrir cosas de una y de la escritura.
Te felicito, amigo. No pares. Un abrazo.
www.DiariodeunDesconocido.com
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