Un querido amigo virtual me convidó hace algún tiempo a realizar una cadena que ha discurrido a través de muchos bloggers. Al principio, me sentí renuente de intentar explorar ocho intimidades para colocarlas en mi blog; pero luego, poco a poco, recuperé esa vieja predilección adolescente por contestar los tests de mis amigas en el liceo. No sé qué tan bien salga esto, pero aquí voy…
Soy muy indisciplinado y disperso para escribir. Algunas veces mi cabeza bulle con infinidad de ideas, pero aún enfrento dificultades para sentarme y plasmarlas en el papel. Me animo, me arrepiento, me aventuro, sonrío. Establezco un juego unipersonal del que usualmente salgo perdiendo.
La única constancia escrita que sostengo (y absoluta fidelidad) es con mi diario manuscrito. Llevo 16 años escribiéndolo y a estas alturas no creo que me detenga. Por supuesto, reconozco que a veces lo empleo como muletilla para mis dramas reales. Corro a refugiarme en él, secreto y silencioso. Quizás se ha convertido en un tipo de neurosis, no lo sé; y no pretendo explorar esos recovecos de mi psique.
Hace aproximadamente 5 años que no sostengo romances de ningún tipo. He sostenido flirteos ocasionales, salidas a cenar una que otra vez; pero mi corazón se mantiene congelado, esperando por la llama abrasadora del verdadero amor. No ha faltado quien me catalogue de perfeccionista, idealista, utópico, fantasioso; todos vocablos que se acercan a la realidad, pero fallan en definirme por completo.
Me considero (a pesar de todo) muy sexual, muy sensorial. La parte que más disfruto es la referente a la seducción inicial, cuando establecemos ese juego sensual de flexible danza emocional; mas una vez que determino mi triunfo, corro despavorido en la dirección contraria. Algunas de mis amigas creen que saboteo mis propias oportunidades. Quizás sea otra neurosis inexplorada.
Me considero bastante tímido y cualquier avance inapropiado (que me halague) puede hacerme sonrojar hasta la médula y vomitar balbuceos inconexos. ¿Contradictorio? Totalmente.
En los momentos en que me bloqueo literariamente, recurro a las tres musas que iluminan mi escritura: Anaïs, Marguerite y Virginia. Sin ellas, no creo que hubiese podido llegar hasta donde lo he hecho. Adoro la lectura de diarios ajenos y salivo con ponerle las manos encima a un ejemplar de los de Susan Sontag, Jacqueline Susann, Raymond Carver y Thomas Mann.
Confieso una carencia absoluta de amistades artísticas. Creo que me sentiría muy estimulado si estuviese rodeado de escultores, pintores, escritores, poetas y compositores. Sueño con establecer debates ideológicos hasta bien entrada la madrugada, en un café parisino.
Siento una terrorífica debilidad por los hombres casados. Creo que disfruto con la sensación de imposibilidad que tal atracción implica; quizás se deba a que adoro los retos, no lo sé. Estuve 10 años con uno y eso debería servirme de escarmiento, pero ¿quién gobierna los sobresaltos del corazón?
He aquí mis 8 confesiones, si es que pueden llamarse así. Agradezco a Sergio por instarme a experimentar con las sombras iridiscentes de mi vida. Ha sido una terapia muy estimulante.
Soy muy indisciplinado y disperso para escribir. Algunas veces mi cabeza bulle con infinidad de ideas, pero aún enfrento dificultades para sentarme y plasmarlas en el papel. Me animo, me arrepiento, me aventuro, sonrío. Establezco un juego unipersonal del que usualmente salgo perdiendo.
La única constancia escrita que sostengo (y absoluta fidelidad) es con mi diario manuscrito. Llevo 16 años escribiéndolo y a estas alturas no creo que me detenga. Por supuesto, reconozco que a veces lo empleo como muletilla para mis dramas reales. Corro a refugiarme en él, secreto y silencioso. Quizás se ha convertido en un tipo de neurosis, no lo sé; y no pretendo explorar esos recovecos de mi psique.
Hace aproximadamente 5 años que no sostengo romances de ningún tipo. He sostenido flirteos ocasionales, salidas a cenar una que otra vez; pero mi corazón se mantiene congelado, esperando por la llama abrasadora del verdadero amor. No ha faltado quien me catalogue de perfeccionista, idealista, utópico, fantasioso; todos vocablos que se acercan a la realidad, pero fallan en definirme por completo.
Me considero (a pesar de todo) muy sexual, muy sensorial. La parte que más disfruto es la referente a la seducción inicial, cuando establecemos ese juego sensual de flexible danza emocional; mas una vez que determino mi triunfo, corro despavorido en la dirección contraria. Algunas de mis amigas creen que saboteo mis propias oportunidades. Quizás sea otra neurosis inexplorada.
Me considero bastante tímido y cualquier avance inapropiado (que me halague) puede hacerme sonrojar hasta la médula y vomitar balbuceos inconexos. ¿Contradictorio? Totalmente.
En los momentos en que me bloqueo literariamente, recurro a las tres musas que iluminan mi escritura: Anaïs, Marguerite y Virginia. Sin ellas, no creo que hubiese podido llegar hasta donde lo he hecho. Adoro la lectura de diarios ajenos y salivo con ponerle las manos encima a un ejemplar de los de Susan Sontag, Jacqueline Susann, Raymond Carver y Thomas Mann.
Confieso una carencia absoluta de amistades artísticas. Creo que me sentiría muy estimulado si estuviese rodeado de escultores, pintores, escritores, poetas y compositores. Sueño con establecer debates ideológicos hasta bien entrada la madrugada, en un café parisino.
Siento una terrorífica debilidad por los hombres casados. Creo que disfruto con la sensación de imposibilidad que tal atracción implica; quizás se deba a que adoro los retos, no lo sé. Estuve 10 años con uno y eso debería servirme de escarmiento, pero ¿quién gobierna los sobresaltos del corazón?
He aquí mis 8 confesiones, si es que pueden llamarse así. Agradezco a Sergio por instarme a experimentar con las sombras iridiscentes de mi vida. Ha sido una terapia muy estimulante.
12 comentarios:
Wow, grandes confesiones... creo que con la que más me identifico es con la timidez y lo sexual, mmm y también tuve un "diario" hace algunos años, pero para bien o para mal, lo dejé.
Bueno, agradezco tu visita, pero hay otra cosa que me caracteriza, la curiosidad y para saciarla necesito preguntarte ¿cómo llegaste hasta mi espacio?
Me agradó tu blog, estaré visitando...
Saludos!
Gracias por tu visita, Rafael. Te confieso que he estado intentando recordar cómo llegué a tu página, pero lo más que me he acercado es a suponer que tenemos un amigo blogger en común: quizás allí leí uno de tus comentarios y esto me arrastró hasta tus palabras. De todas formas, espero que podamos compartir otras vivencias.
Amigo, gracias por la visita. Ya leí, y te mando mis comentarios pronto por correo.
Saludos
Muy interesante. Me ha llamado mucho la atención lo del diario que es una gran idea. Imagínate que algún descendiente lo lee siglo y medio después. No creo que resulte neurótico refugiarse en él salvo que eso suponga una salida, un recurso para no afrontar el futuro. Precisamente reflexionar sobre el pasado ayuda a encarar con madurez el futuro.
Saludos cordiales.
Hola Luisgui:
Me asombra la trnasparencia de tu escritura, tu honestidad literaria y la sencillez que irradian tus letras.. ocho confesiones muy corajudas.. prometo intentarlo un día.. Y aunque sea a pequeña escala y muy humildemente cuando quieras un café virtual con charla incluida avísame, a mí tb me encantan esos debates.. y por supuesto comparto la admiración sin medida hacia tus musas..
un abrazo fuerte de otra tímida algo exhibicionista
¿No te motiva el diario de Kafka o de Robert Musil? A mí ambos me parecen estupendos. O el de Cesare Pavese, "El oficio de vivir". Si tuviera que elegir, me quedo con el último.
Un saludo.
Bueno, bueno... en esta primera visita no tengo más que elogios para seguramente repetir lo que más de un bloguer debe haber expresado sobre este espacio alguna vez: IMPECABLE.
Me encantó (perdón por la palabra, no me gusta mucho pero a esta hora no funciona en mi cerebro el mecanismo de búsqueda de sinónimos)tu forma de escribir un "diario". Acá me quedo un rato, repasando entradas anteriores porque, como dice la filósofa "Moria Casán": compré; este blog me vende lo que quiero leer... je.
Abrazo!
A veces nos conocemos a través de los demás, y entonces nos damos cuenta de las oportunidades y ventajas que tenemos, lo cierto es que en todo ese embrollo de descubrimiento personal, la honestidad aflore para no engañarnos, eso es imperdonable. Me parece que has descrito tu alter ego en todos sus niveles, y aunque no te conozco, creo haber iniciado ese proceso a través de estas letras.
Lindo blog… saludos desde la redacción catatónica…
16 años de diario..., eso sí que es constancia! Yo creo que sería incapaz.
Uhmmmm, o sea que huyes cuando todo se pone demasiado fácil? No entiendo muy bien esa actitud, supongo que sea "exploración", curiosidad, juego. Mientras que ninguno de los dos se implique demasiado y haya daño de por medio pues perfecto, no? Otra cosa es que pase lo contrario por alguna delas dos partes.
Fíjate que a mi los hombres casados..., ni mirarlos! Aunque hay algunos que... UF!! ;)
Fíjate que, siguiendo a María Zambrano, la confesión es también un género literario, cercano a la epístola y el diario. Dices ser inconstante con la escritura, ¡pero tienes un diario de hace 16 años! Amigo mío, usted lo que necesita es un empujoncito para poner en marcha una terrible fábrica de literatura. Además, el talento en la escritura te sobra.
En fin, no estaremos en París, pero yo creo que con el resurgir de la literatura y la rama editorial en estos tiempos, muy bien podrían reinstaurarse las peñas y los grupos, ¡así sea para hablar pendejadas hasta la madrugada!
Luisgui: a más tardar mañana tendré listo mi comentario a sus confesiones. Perdón por la demora.
Luisgui querido:
Perdón por la demora pero ya se sabe: "la pereza es la madre de todos los vicios". Aquí va mi comment:
1. El temor a la hora de escribir es un sensación que todos experimentamos, pues luchamos contra un fracaso seguro (ningún texto concreto es tan perfecto como el texto de nuestros sueños).
2. ¿Por qué París? Las conversaciones con personas que tienen intereses parientes de los nuestros son muy interesantes, necesarias. Lo que no me parece imprescindible es el escenario. Los provincianos solemos padecer la angustiosa sensación de estar perdiéndonos de algo maravilloso que, invariablemente, sucede en otra parte (Bs As, París, New York). Mas, si uno quiere escribir (tal es su caso), no debe hacer sino eso, escribir.
3. ¿La llama abrasadora del amor verdadero? ¿Existe tal cosa? Ummmm. Prefiero la "terrorífica debilidad por los hombres casados" que, aunque destinada al naufragio, tiene el encanto de lo prohibido... y lo posible.
4. Ud habla de su adoración por los diarios íntimos y yo, que también padezco de tal "enfermedad", "me salivo las manos" a la espera de su diario, el suyo, el no censurado.
Un abrazón y perdón, nuevamente, por el retraso.
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