Si hay algo que disfruto, con intensidad, son los días literarios. Representan una bocanada de aire fresco donde puedo llenarme de conocimiento, historia y una placentera charla entre amigos escritores. Siempre existe la posibilidad de sorprenderse con un nuevo hallazgo, un autor diferente, alguna narración que pueda arrojar luces sobre la marcha que llevamos.
A través de un correo electrónico me entero que mi grupo del taller literario de Monte Ávila quiere organizar un encuentro para la próxima semana. No puedo evitar una sonrisa de satisfacción. Los amigos que allí hice permanecen hasta hoy entre mis recuerdos memorables. Son escritores muy comprometidos con sus respectivos trabajos y me agrada el hecho de que con cada reunión se ofrezcan puntos de vista serios y asimilables. Entre ellos y con ellos, en cada oportunidad que encontramos para reunirnos, surge esa magia de las palabras que tanto me estimula y me deja al rojo vivo, inspirándome para acometer nuevas páginas.
Un poco más cerca, tuve la oportunidad de establecer varias conversaciones telefónicas con mis nuevas amigas narradoras. Mercedes, Miriam y Aurora me ofrecen un oasis de comprensión y análisis que no se consigue fácilmente. Con ellas también puedo hablar durante horas, sobre todo de nuestras lecturas, los avances literarios que hacemos, las incógnitas, las dudas; es, más que todo, una amalgama de sugerencias y empatías escritas. Mediante esta amistad que ha surgido entre nosotros siento que he crecido mucho más como escritor, como artífice de páginas aún no creadas.
Y Sergio. Mi buen amigo Sergio. Una voz austral que aparece de vez en cuando y con la cual adoro conectarme en términos literarios. Anoche pudimos discutir sobre las obras de Borges, de Pedro Lemebel, de Marguerite Duras, de Cortázar, de Puig y Perlongher, y también Cocteau, Gide y Proust. Son intercambios que me dejan siempre con un agradable sabor en la boca. Se despidió recomendándome dos cuentos de Borges: Emma Zunz y El hacedor. Tengo que buscarlos.
Mis días literarios prometen mucho. Me abren un horizonte de posibilidades. Es entonces cuando recuerdo el placer que obtengo de la palabra escrita, esa maravillosa fantasía de construir mundos, crear personajes, inventar historias. Pienso, muy agradecido, que Virginia Woolf pudo haber tenido Un cuarto propio, pero yo me siento más que satisfecho de poder acceder a mi propio mundo.
A través de un correo electrónico me entero que mi grupo del taller literario de Monte Ávila quiere organizar un encuentro para la próxima semana. No puedo evitar una sonrisa de satisfacción. Los amigos que allí hice permanecen hasta hoy entre mis recuerdos memorables. Son escritores muy comprometidos con sus respectivos trabajos y me agrada el hecho de que con cada reunión se ofrezcan puntos de vista serios y asimilables. Entre ellos y con ellos, en cada oportunidad que encontramos para reunirnos, surge esa magia de las palabras que tanto me estimula y me deja al rojo vivo, inspirándome para acometer nuevas páginas.
Un poco más cerca, tuve la oportunidad de establecer varias conversaciones telefónicas con mis nuevas amigas narradoras. Mercedes, Miriam y Aurora me ofrecen un oasis de comprensión y análisis que no se consigue fácilmente. Con ellas también puedo hablar durante horas, sobre todo de nuestras lecturas, los avances literarios que hacemos, las incógnitas, las dudas; es, más que todo, una amalgama de sugerencias y empatías escritas. Mediante esta amistad que ha surgido entre nosotros siento que he crecido mucho más como escritor, como artífice de páginas aún no creadas.
Y Sergio. Mi buen amigo Sergio. Una voz austral que aparece de vez en cuando y con la cual adoro conectarme en términos literarios. Anoche pudimos discutir sobre las obras de Borges, de Pedro Lemebel, de Marguerite Duras, de Cortázar, de Puig y Perlongher, y también Cocteau, Gide y Proust. Son intercambios que me dejan siempre con un agradable sabor en la boca. Se despidió recomendándome dos cuentos de Borges: Emma Zunz y El hacedor. Tengo que buscarlos.
Mis días literarios prometen mucho. Me abren un horizonte de posibilidades. Es entonces cuando recuerdo el placer que obtengo de la palabra escrita, esa maravillosa fantasía de construir mundos, crear personajes, inventar historias. Pienso, muy agradecido, que Virginia Woolf pudo haber tenido Un cuarto propio, pero yo me siento más que satisfecho de poder acceder a mi propio mundo.
6 comentarios:
Hello. Even though I don't know Spanish, I like the selection of authors you mentioned. I love them all. You are very well read, cultured and literary! I do admire you and your impeccable taste! SD
Anoche, y a causa de nuestra cahrla, estuve releyendo El informe de Brodie (libro de cuentos de Borges). Ese es el libro indicado para entrale a señor.
Ah, también disfruto mucho de nuestras conversaciones literarias.
Besos.
Amigo, celebro mucho que estés disfrutando de tus literary days (como tú los llamas). Realmente nuestra última conversación, aparte del intercambio de cariño, me dejó el sabor de conocer elementos interesantes, como lo de los incisos de acción. Ya estoy más pilas sobre ese asunto en mis correcciones gracias a tí.
Cariños,
Aurora
PD: Ya viene el concurso de Cartas de Amor de Montblanc... ¿te anotas?
Te tengo envidia de la cochina, pero sana a la vez. Lindo grupo, amigo, algo que definitivamente me hace falta.
Un abrazo, el Cantinero
Envidio tus "encuentros literarios", es siempre estimulante hablar de literatura con alguien que siente pasión por el tema.
Me encantaría hacer un buen taller, últimamente me siento a la deriva en cuanto a escritura y también lectura. Mendoza no ofrece posibilidades estimulantes en ese sentido, casi todos los que escriben se han formado de manera autodidácta y en contactos informales con otros escritores.
Sobre Sergio, yo lo trato personalmente, aunque hace unos cuantos días que no nos vemos (entre nos, es como un fantasma no sabés nunca dónde está, aunque por fortuna su celular colorido es una extensión de su mano). Es un placer su charla, pero ¡ojo! "que no te coma la cabeza a la francesa", me encanta que te haya recomendado Borges, es hasta "desestructurante" de su parte. Odia a Cortázar. Pero hasta los grandes lectores tienen defectos.
Querido Luis, tus encuentros literarios me recuerdan mis fines de semana con el grupo de formacion en gestalt..unicos, plenos, intensos...ya no volverán...tal vez, otros vendrán...mientras, tu y yo seguimos juntos. besos amorosos.Yira.
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