2 de diciembre de 2009

Nubes crueles.

Desde temprano, quizás antes del amanecer, el cielo cruzado por nubes bajas, grises, crueles; manchas que oscurecen el azul natural sólo para recordarnos la inclemente sequía, la ausencia de humedad, la crisis que nos agobia desde el pasado agosto. Estoy seguro que más de uno habrá observado el techo vaporoso con ojos inquietos, lanzando maldiciones, implorando lluvias, una posible solución que se resiste a materializarse. La reserva de agua que tenemos en casa, creo, alcanza hasta hoy; a partir de mañana entraremos en una etapa crítica, difícil, porque sospecho que no somos los únicos que buscaremos la ayuda de un camión cisterna para solucionar la escasez. Al mismo tiempo me pregunto cómo hacen en los sectores pobres, desabastecidos, de qué forma se las ingenian para conseguir el vital líquido. La desidia del gobierno levanta frustración con la misma facilidad que el viento de la tarde encrespa el polvo en las calles; de nada sirve quejarse, organizar protestas públicas, cierre de avenidas; hay que entender también que el problema es atmosférico, que el período de invierno se desvaneció, trastocado, tal vez como otra señal del cambio climático. No sé cómo vamos a paliar esta crisis.

Se trata de un inicio de mes bastante caótico; enfrentamos una Navidad seca, mustia, entre la falta de agua y los continuos apagones eléctricos. El gobierno exige sacrificios a una población cansada, depauperada, en completa miseria. A todo esto se suma ahora el problema bancario, el cierre de algunas entidades que involucran el despido de empleados, gente que confió sus ahorros y no obtiene una respuesta concreta por parte de los encargados. Pienso que es probable que las nubes oscuras deseen equipararse a la situación nacional, como un sucio espejo que refleja la ineptitud, la corrupción, los delitos de una clase gobernante engolosinada con el poder, la avaricia, matando un hambre ancestral acumulada durante muchos gobiernos inescrupulosos. Allí está el resultado; por eso insisto en decir que tenemos el gobierno que nos merecemos. No hay otra razón. Pero resulta lamentable que tantas personas humildes tengan que pagar el precio de semejante desidia administrativa y económica.

En la noche. Me impresiona el tamaño de la luna; es un disco plateado con un brillo hipnótico. Después de salir de la oficina, inmerso en el tráfico, observé su solitaria majestad por encima de nuestras cabezas; el crepúsculo se diluía con los últimos resplandores del día, cediendo espacio a la reina absoluta que se levantaba para alargar las sombras. Se trataba de una imagen peculiar, poco corriente: la luna alta en el cielo, redonda, turgente, luminosa, un vistazo inusual que descansaba por encima de las luces continuas de los postes, el río amarillo que formaban los focos de los carros; la imaginé poderosa, solitaria, con la capacidad para ver todo y a todos, desde su trono celestial. Una diosa inconforme y tierna, fría y silenciosa al mismo tiempo. Algo en ella me hizo recordar algunas escenas de la película Moonstruck, donde algunos personajes la llamaban “Cosmo´s moon”.

En el film, protagonizado por Cher y Nicolas Cage, la luna se incorporaba como un personaje más, un personaje secundario, pero siempre presente, arrojando su brillo y misterio a lo largo de toda la trama. Ahora, cada vez que me encuentro con una luna similar, dejo escapar la respiración y susurro entre dientes: “Ah… Cosmo´s moon”. La de esta noche también es especial, gigante, refulgente. Es una luna enigmática, seductora, generadora de ideas y sortilegios. Ya en casa, mientras escribo estas líneas, suena al fondo la voz de la Callas interpretando el aria de “La Reina de la Noche”; imagino su voz como un tributo especial a la otra majestad que pende entre las estrellas…

No hay comentarios.: